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Foto del escritorCristián Cofré León

Orígenes judíos sefarditas

Desde hace algún tiempo se ha tornado común que me consulten sobre los antepasados judíos sefarditas, básicamente porque han visto que su apellido figura en listas que supuestamente los contienen y también se enteraron de la posibilidad de obtener la nacionalidad portuguesa (antes la española también), si demuestran tener antepasados judíos sefarditas.


Lo cierto es que, como ya lo he escrito, los apellidos de estas listas tienen en su inmensa mayoría tienen un claro origen castellano, por ejemplo, González. Y tomo este caso por ser justamente uno de los apelativos más comunes en Latinoamérica. Quienes llevan este apellido lo obtuvieron de muchas formas; tanto así que por ser un patronímico (derivado del nombre del padre), “hijo de Gonzalo”, las personas que lo usan sencillamente no tienen por qué tener un parentesco entre sí. Lo pudo tomar un nativo americano y se transmitió hasta una persona actualmente; lo trajeron hacia América muchos españoles que han llegado desde la conquista; lo pudieron tomar descendientes de esclavos, descendientes de musulmanes y también descendientes de judíos. De todos ellos alguien que hoy se apellide González, pudo heredarlo. Por lo tanto, es absurdo que se crea que por estar el apellido en esa lista, entonces desciendes de un judío González.


Sefardita o sefardí viene de Sefarad, que es el nombre que recibió la península ibérica en hebreo, son los “judíos de Sefarad”. Comunidades judías se establecieron al menos desde el siglo VII A.C. en aquel lugar. Por lo tanto, su presencia es antiquísima. A veces progresaban siendo aceptados por los gobernantes y otras veces no. Desde luego, el judaísmo es una religión que mayoritariamente la practicaron los que venían de la “tierra prometida” en torno al actual Israel, Palestina, etc. y pese a ser muy cerrados en materia social (básicamente solo se casaban y tenían hijos dentro de la comunidad), lo cierto es que es innegable que también se mezclaron con los vecinos en Iberia, ya sea musulmanes o cristianos. De ahí que hablar de una “pureza” de los actuales judíos es extemporáneo, y de hecho los tests de ADN así lo evidencian. Pero por otra parte, los mismos vecinos cristianos o moros, de los judíos, también fueron incorporando esta sangre.


Y entonces, ¿tengo sangre judía?


Lo más probable es que si tienes antepasados de la península ibérica, sí lleves sangre del medio oriente y norteafricanos; de judíos, fenicios y moriscos… De hecho, según algunos estudios, los varones de España -a través del análisis del cromosoma Y- tienen un 10% de proveniencia norteafricana y 20% del medio oriente, donde un gran porcentaje sería judío sefardí.


Así que, los latinoamericanos con ancestros españoles, tenemos muy probablemente antepasados de varias partes en torno al mediterráneo, entre ellos los judíos sefarditas. Y si uno observa con detalle, no sería tan extraordinario, ya que llevaban viviendo en la península ibérica más de 2 milenos cuando Colón llegó a América.


¿Puedo obtener la nacionalidad portuguesa?


Vamos por parte, primero continuemos con la historia. Las comunidades judías o juderías se instalaron en numerosas ciudades y pueblos en la actual España y Portugal, lo hicieron con musulmanes, visigodos y con los cristianos que comenzaron a conquistar la península durante la Edad Media. Y así estuvieron, conviviendo en forma pacífica y aportando de gran manera al desarrollo cultural y científico. Se fueron transformando en un grupo ilustrado, donde varios de sus miembros trabajaron para la corona.


Pero a fines del siglo XIV todo iba a cambiar. En una mezcla de caos político y motivos religiosos, en 1391 ocurrió la revuelta antijudía que desencadenó en una matanza sin precedentes en varias ciudades, fue una sublevación del pueblo contra aquellos hombres. En los años venideros los judíos fueron obligados a convertirse al catolicismo. Hacia 1415 más de la mitad de los judíos de Castilla y Aragón se habían bautizado y renunciado a la ley Mosaica. Entonces, nacerían los denominados cristiano nuevos, aquellos “conversos” a la religión católica.


Con el correr del siglo XV los conversos fueron paulatinamente alcanzando mejores posiciones a la vista de los cristianos viejos; entonces se les comenzó a acusar de “judaizantes”, o sea, que en secreto seguían practicando su antigua religión; estos falsos cristianos comenzaron a ser llamados marranos y fueron perseguidos muchas veces sin pruebas; en el fondo lo que se quería era deshacerse de ellos. Y ascendió Isabel I de Castilla al trono, conocida como la “católica”, así que para darle honor a su nombre creó el famoso tribunal de la Santa Inquisición en 1478, para perseguir a los marranos y judíos, y con el ejemplo lograr que todos se convirtieran realmente para que fueran indistinguibles en la sociedad, de esa forma los harían desaparecer como grupo.


La Inquisición, que nos produce temor solo con nombrarla, aplicó los peores métodos para obtener confesiones y castigó con la hoguera a numerosos conversos. Otros, con más suerte, podían ser “reconciliados” y solo obtenían cárcel o destierro. Hasta que en 1492 los reyes católicos decretaron la expulsión de los judíos de sus reinos.


Muchos decidieron arrancar y otros tantos convertirse. Las rutas de escape principales fueron hacia África y Francia; aunque no pocos emigraron hacia Inglaterra o Flandes. Muchos volvieron al cabo de años y otros han estado por generaciones en torno al mediterráneo y en lo que fue el Imperio Otomano fuertemente.


Los conversos que quedaron en España tomaron apellidos cristianos, desde topónimos a incluso apellidos de santos (era importante mostrarse más católicos que el Papa). Vivían con el miedo de ser acusados por cualquier persona, incluso entre ellos mismos, y por lo tanto juzgados y ajusticiados. La paranoia los perseguía tanto como la Inquisición. No podían viajar a América, ya que solo estaba reservada para los cristianos viejos; no podían ser hidalgos, puesto que tal distinción correspondía al mismo grupo anterior. En el fondo, eran ciudadanos de segunda categoría. En esas circunstancias lo único que buscaron era ocultar su pasado judío y los medios que ocuparon fueron todos los que estuvieran a su alcance.


En algunos casos este ocultamiento rindió frutos y muchos conversos lograron “blanquearse” y hasta obtener títulos nobiliarios, varios decían ser portugueses para pasar hacia América y con los cambios de vecindades de por medio, podían en unas cuantas generaciones hacer desaparecer esa mancha tan profunda.


Ahora volvamos al tema de la nacionalidad. España y Portugal para saldar su deuda con este pueblo tan maltratado, decidieron que se podían nacionalizar en sus países los descendientes de los expulsados de España en 1492 (así era originalmente); pero esto en la práctica se amplió para todos los que tuvieran antepasados conversos, vale decir, que hayan sido forzados a renunciar a su religión judía. En España ya venció el plazo para adquirir la nacionalidad por este medio, pero no en Portugal, donde sigue vigente.


¿Y qué requisitos necesito si estoy pensando en ser portugués?


No necesitas hablar portugués, ni siquiera postular en ese idioma. Básicamente necesitas algunos documentos de identificación y contar con el certificado de origen sefardí. En el último punto está lo complejo. Las comunidades de Lisboa u Oporto son las que otorgan este documento, siempre y cuando se cumplan ciertas condiciones, ah y no sirven los resultados de los tests de ADN (lo digo porque me han preguntado), tampoco sirven los libros de genealogía. Lo que exigen es la documentación que pruebe la filiación del postulante hasta llegar al antepasado judío sefardita o converso.


Es decir, es necesario hacer una genealogía desde tu persona hasta el siglo XV, algo así como unas 17 generaciones por cualquier parte (por vía femenina, masculina, mezclada; da lo mismo). O si logras llevar tu genealogía no tan lejos, pero a los judíos sefarditas del Imperio Otomano que tengan antecedentes de ascendencia en esos lugares (vía sinagogas), también es posible. Todo debe estar correctamente documentado, ya que muchísimas genealogías fueron rechazadas porque citaban libros -como por ejemplo- los de Günter Böhm, quien era demasiado propenso a ver conversos en casi todos los conquistadores, pero sin pruebas.


Entonces, si te interesa obtener esta nacionalidad, debes ser capaz de remontarte con documentación, haciendo genealogía de verdad, no de las que abundan en la web que remontan a Adán y Eva; hasta llegar a aquellos antepasados que hicieron lo posible por ocultar sus orígenes. Como te imaginarás, es una tarea difícil. Lo bueno es que hay algunos conquistadores que vinieron a Chile con ascendencia conversa documentada, en otros países otros más, y la misión estará en llegar a alguno de ellos, que en ciertos casos puede resultar no tan difícil, pero eso es caso a caso.


En fin, creo realmente que todos tenemos aunque sea una gota de sangre judía sefardita en América Latina; lo difícil es probarlo documentalmente.



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