Son muchos los que ocupan este apellido en la actualidad, particularmente en Chile se encuentra en el puesto 51 de los más usados, siendo la sexta región aquella donde más se concentran. Dentro de ella, en la comuna de Lolol ocupa el tercer lugar, mientras que en Coltauco el noveno. Este apellido, además, ha quedado registrado para la posteridad, ya que una localidad de la comuna de San Vicente de Tagua Tagua (en la misma región) recibió su nombre, Zúñiga. Según la versión oficial, esta localidad habría tomado el apellido de un cura de Peumo, cuya parroquia también se extendía hasta ese lugar, se trata de don Antonio López de Zúñiga, descendiente de una de las familias de aquellos parajes. Sin embargo, después de haber hecho una investigación al respecto, creo que en realidad su nombre no viene del importante cura, sino de otra familia de ese apellido. Cuando pase este tiempo de contingencia, espero finalizar la búsqueda y publicarla también.
Su origen vendría del lugar llamado Estunica, en Navarra, España; cuyos señores tomaron y legaron como apellido. Con el correr del tiempo fue cambiando paulatinamente hasta convertirse en Zúñiga (Estunica, Stunica, Stúniga, Stúñiga, Zúñiga). El linaje que ostentó este señorío por problemas internos en Navarra y por su participación política, migró hacia Castilla, donde fue considerado como de ricos hombres y el rey le otorgó nuevos señoríos donde asentarse.
Este linaje de los Zúñiga fue muy importante dentro de la nobleza, ya que ha ostentado cerca de 35 títulos entre ducados, marquesados, condados y señoríos; además de Grandezas de España. Es decir, miembros de este linaje ocuparon la primera línea de nobleza hispana.
Por lo anterior, sus orígenes han sido estudiados y varios genealogistas hacen descender a este linaje de reyes navarros de la alta Edad Media, cuestión que hasta donde entiendo, no ha sido probado con el estándar documental de nuestros tiempos. Se plantea que el uso del apellido “Zúñiga y Arista” o “Arista de Zúñiga”, muy común en miembros de la rama mayor de esta familia, apuntaría a la vinculación con Íñigo Arista, el fundador de una dinastía de aquellos reyes.
A Chile han llegado numerosos Zúñigas cuyos parentescos y orígenes no están claros. Se ha estudiado desde el punto de vista genealógico a la familia que desciende del gobernador de Chile don Francisco López de Zúñiga, marqués de Baides, que se radicó justamente en la sexta región, sector de Peumo y Rancagua, también unas líneas en Curicó y en Santiago. Esta familia cohabitó con la que desarrollaré más esta oportunidad, que también se ha estudiado, aunque no con tanto desarrollo.
Como suele ocurrir, resulta muy difícil establecer orígenes claros para muchas familias, situación que se irá subsanando en la medida que se publiquen más trabajos genealógicos.
Los Zúñiga en que me enfocaré arrancan de La Rioja en España, específicamente de un pueblo que se llama Castañares de las Cuevas en el municipio de Viguera. Hoy está prácticamente deshabitado, conservándose solo algunas ruinas que algún día me gustaría ver.
En 1551 el matrimonio entre don Alonso de Zúñiga y Arista y doña Catalina o Francisca de Tejada, vio nacer a Francisco, su hijo, en aquel pueblo que era parte del señorío que los Zúñiga ostentaban (junto a otros tantos lugares).
Desde que los Zúñiga se trasladaron a Castilla, allá por el siglo XIII, fueron agraciados con las Cuevas y fue la rama mayor de este linaje la que se mantuvo allí, mientras las ramas menores al revés de lo que pueda suponerse, subieron en el escalafón noble y ya en el siglo XV ostentaron sus primeros títulos, hasta alcanzar la Grandeza que antes mencioné.
Esta rama mayor usó permanentemente el Zúñiga unido al Arista, a diferencia de las otras líneas que olvidaron la última partícula, así que uno puede verlos en los documentos como Zúñiga de Arista, Arista de Zúñiga o Zúñiga y Arista.
Bueno, el hijo llamado Francisco cuando tenía unos 17 años quedó huérfano de padre y su mamá, quien era criada de la duquesa de Béjar (título de los Zúñiga), fue agraciada con 13 mil maravedís anuales por parte del duque para pasar una digna viudez. Me atrevo a pensar que Francisco era un hijo segundón, que no veía mayor futuro en la montaña riojana; incluso e imaginado que en 1569, cuando se publicó la primera parte de La Araucana, también pudo haber leído la obra, ya que el autor de tan magnos textos, don Alonso de Ercilla y Zúñiga, también pertenecía por su madre a la rama mayor, los Zúñiga y Arista. Una cuestión importante para el notable escritor era su segundo apellido, que no lo sacaba de su firma.
Creo que Francisco pudo leer aquellos versos y quizás también conocer a su pariente don Alonso, porque en 1574, cuando el capitán Juan Lozano Machuca estaba reclutando a valientes que quisieran cruzar el gran charco para pelear en la eterna guerra del sur de Chile, aquella que tan gráficamente describió Ercilla, don Francisco de Zúñiga y Arista, de tan solo 23 años, se enlistó.
Para su viaje depositó 25 ducados, una suma alta, aunque esperable tratándose de un caballero, con “don”. Además, se le describió como
“de buen cuerpo. [Con] un lunar junto al ojo derecho”
Agregándose que era
“criado y deudo del duque de Béjar”
Lógicamente el duque en cuestión era Zúñiga.
El 14 de abril de 1575 partió la expedición de Sanlúcar de Barrameda, y desde ese momento nunca más volvería a España. El viaje fue malo, muy malo. Apenas un mes después el general de la expedición agonizaba y finalmente falleció en alta mar; asumió el mando su reclutador, un personaje digno de la más alta consideración, que procuró en todo momento cumplir con su cometido, pese a las increíbles situaciones que debió enfrentar. Luego de siete semanas, las embarcaciones llegaron a Cartagena de Indias, donde varios se desahogaron en burdeles y muchos también intentaron huir. La relación entre el almirante de la armada y el flamante nuevo general de la expedición eran malas y prácticamente Lozano Machuca tuvo que hacer malabares para mantener a la tropa unida. Viajaron por mar a la costa norte panameña y tomando un río o por tierra (en medio de la selva) finalmente el general logró llevar la expedición hasta ciudad de Panamá, no sin antes ver enfermar a la mayoría de sus “soldados”, en realidad campesinos que quisieron aventurarse en el Nuevo Mundo. La expedición de 400 hombres a esa altura tenía bastante menos, entre muertos y desertores casi 100 hombres ya no estaban. Las fiebres causaron estragos, los pobres vecinos de Panamá los cuidaron mientras se disponían las naves, pero no había más que una! Otra que había que reparar y faltaba al menos una más para seguir el viaje al sur… Entre motines, traiciones, intentos de asesinato, el general Lozano Machuca sorteó relativamente bien la situación, incluido el ataque soterrado de sus oficiales. La Real Audiencia de Panamá no quería ver al aún entusiasta general, porque les pedía tantas cosas que lo evitaban a toda costa… En fin, don Francisco estaba allí, aunque no ha quedado constancia sobre su posible enfermedad, cosa factible porque se fue en el último barco que zarpó, en diciembre de 1575 y luego de tormentas y falta de provisiones, reparaciones forzosas del lento barco donde estaba, llegó al Callao y recién en julio de 1576 por fin arribó a Valparaíso, en Chile. Todo el relato de esta historia o hazaña de aquellos días, lo escribí y publiqué en un libro titulado "La Odisea de los Salvadores", que refleja en buena medida cómo eran estos viajes.
Cuando el gobernador Quiroga vio a los 334 “soldados” que iban a cambiar el curso de la historia, simplemente sintió impotencia. Con esos “rotos”, imposible; sin armas, sin experiencia militar…
Don Francisco había logrado llegar y para nuestra historia eso es lo que importa, o no?
Participó en la campaña militar de 1576, y de acuerdo a su categoría se vistió con cota, tenía un arcabuz y dos caballos con “freno, fuste y espuelas”.
Seguramente no anduvo mucho tiempo en el complejo sur de Chile, ya que hacia 1580 contrajo matrimonio con una novia que tenía en sus venas la sangre de dos de los más prestigiosos conquistadores de entonces, Francisco de Aguirre y Juan Jufré de Loaysa, se llamaba doña Cándida de Jufré (Meneses). Con ella tuvo hijos que propagaron su apellido por la sexta región principalmente, seguramente mezclándose con los Zúñiga del marqués de Baides, de la rama menor del linaje; y con otra familia Zúñiga cuyo origen aún no está claro.
Don Francisco fue regidor del cabildo de Santiago muchas veces, alcalde, teniente de corregidor, encomendero, y con tierras en diversos lugares. Testó en la misma ciudad el 9-IV-1618 y pidió sepultura en la Iglesia de Santo Domingo, en la capilla del general Juan Jufré, su suegro.
Los Zúñiga y Arista también abandonaron el Arista con el correr de los tiempos y se dedicaron al trabajo de la tierra. La genealogía de esta familia en Chile, la verás en una próxima publicación.
Nota: el escudo de la portada correspondería al que usó Íñigo Ortiz de Zúñiga, antepasado de todas las ramas Zúñigas.
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